Nociones sobre Huertos Familiares y Huertos ecológicos

LOS HUERTOS FAMILIARES

La siembra, el trasplante y la plantación.


Para que germinen perfectamente las semillas, suele ser necesaria la siembra en semillero, que es el lugar óptimo para su desarrollo ya que así podemos controlar las condiciones ambientales.



Los semilleros deben cumplir unos requisitos imprescindibles: deben permanecer ventilados, pero protegidos de las corrientes fuertes de aire; deben estar bien iluminados con luz natural, pero sin sol directo; se debe mantener una temperatura media entre 15º y 21ºC. Los situaremos en la parcela más cálida del huerto y, a poder ser, adosados al muro de una vivienda, que es una fuente de calor en invierno.



El semillero se puede hacer con un cajón de madera, con bandejas hortícolas, con cajas de fruta reutilizadas, en terrinas de plástico, macetitas, vasos de yogurt, etc., o directamente en pequeñas parcelas bien protegidas.



Las semillas se esparcen por la superficie del semillero y se tapan muy ligeramente con substrato muy fino.

Una vez sembradas, se efectúa un riego en forma de ducha fina, evitando encharcamientos. Los riegos en el semillero deben ser frecuentes pero con poca cantidad de agua cada vez, lo que proporciona humedad constante a las semilla y evita el secado del substrato.


Los cajones se taparán con una protección de cristal o plástico transparente para mantener el calor y la humedad; esta protección debe mantenerse levantada cada día durante las horas más cálidas para conseguir una renovación del aire suficiente.



De este modo, los semilleros se mantendrán cálidos y húmedos hasta que se produzca la germinación y aparezcan las primera 2-3 hojitas del plantón. Entonces procederemos a realizar un aclareo, que nos servirá para seleccionar y eliminar los plantones débiles o defectuosos: será suficiente dejar un espacio de dos dedos entre plantón y plantón. Apartir de entonces, se suele retirar la protección de los cajones, pues se inicia un periodo durante el cual la luz es esencial par los plantones en crecimiento.



Cuando los plantones hayan desarrollado un sistema radícula suficiente y presenten 4-5 hojas, se transplantarán definitivamente a los surcos del huerto. Para facilitar el transplante, se efectuará previamente un riego copioso del semillero para evitar daños en las raíces adheridas al substrato donde se asienta.



Previamente al trasplante, se acondicionará el terreno con los surcos o bancales necesarios. El trasplante se realiza con la ayuda de la pala de plantar, abriendo los hoyos necesarios, donde debe caber, entero, el cepellón que obtengamos para cada planta del semillero.




En la plantación de plantones adquiridos ya enraizados, iniciamos el proceso de igual manera, pero después de haber sumergido unos minutos los plantones en agua para facilitar su asentamiento en el hoyo de plantación. Una vez realizado el trasplante definitivo, se regará cuidadosa y abundantemente con ducha de gota muy fina. Durante varios días después, se procurará mantener la humedad constante hasta que las plantas empiecen otra vez a emitir una hilada nueva de hojas y su sistema radicular haya atravesado el cepellón del plantón.


El riego y el abonado.



El riego de nuestro huerto debe efectuarse en la medida necesaria para satisfacer las necesidades de las hortalizas. Por este motivo, debemos agrupar las hortalizas según sus necesidades hídricas.



En los climas más rigurosos, debemos utilizar sistemas que nos permitan ahorrar la mayor cantidad de agua posible. En los climas más húmedos y lluviosos debe facilitarse el huerto un correcto sistema de drenaje y evacuación del agua antes de empezar el cultivo de las hortalizas.



En cuanto al abonado principal del huerto, debe ser el abonado de fondo que se realiza en las labores primera de preparación del terreno destinado a huerto. Con la adición de la materia orgánica bien compostada, nos aseguramos un buen abonado para un par de meses.



Los abonos inorgánicos, que se presentan generalmente en forma granulada, se liberan más rápidamente que los orgánicos y se usan con el huerto ya en funcionamiento.

Cada especie hortícola tiene unas necesidades de nutrientes específica, según los parámetros de su desarrollo.


Los cultivo s de hoja (endibia, alcachofas, lechugas, coles, espárragos, apio, etc.) exigen mucho nitrógeno (N); los cultivos de raíz (zanahorias, patatas, rábanos, nabos, etc.), más proporción de potasio (K) y fósforo (P).



Las reglas para un correcto programa de abonado son:

- La Ley del Mínimo. Ofrecer la cantidad mínima indispensable de nutrientes para el desarrollo correcto de la hortaliza.
- La Ley del Máximo. Un aporte superfluo de nutrientes no redunda en un incremento de la cosecha y, en la mayoría de casos, resulta perjudicial.


Mantenimiento.



La Escarda.



Consiste en romper ligeramente la superficie del terreno para mantenerlo suelto e impedir la formación de compactaciones, así como para controlar la aparición de malas hierbas; con ella, logramos también una mejor penetración del agua.

Aprovechando la labor de la escarda, efectuamos un aporcamiento o recalce de las plantas acumulando un poco de tierra al pie de las mismas; de este modo, les proporcionamos mayor estabilidad frente al viento y mejor protección de su sistema radicular.


La Poda o Pinzado.




Tiene como objetivo frenar u orientar el desarrollo apical de las plantas, favoreciendo así la fructificación. Se trata de potenciar los brotes auxiliares de las ramas despuntando el tallo principal en algunos cultivos de fruto (berenjena, pimiento...) para que ramifiquen y aumentes la producción. En otras (melón, tomate...), se trata de seleccionar sólo dos tallos principales por planta.


El Entutorado.

Es la colocación de guías o soportes para alzar los tallos trepadores o rastreros y evitar así que entren en contacto con el suelo. Se pueden utilizar materiales diversos como cañas, ramas de brezo, guías finas de madera, etc., a las que se atan las plantas con esparto o hilo plástico.

También se usan alambres plastificados o mallas de plástico ligero ya montadas y tensadas sobre pies verticales robustos.

Aunque las mallas suelen durar más que las ramas y las cañas, el encanto de un huerto con sus cabañas de hortalizas trepadoras no tiene parangón.

La Rotación de lo Cultivos.

Para no esquilmar el terreno, es decir, para no agotar un tipo de nutriente del suelo, se deben practicar rotaciones de cultivos anuales y plurianuales.

Se debe secuenciar el cultivo de las hortalizas más exigentes en nutrientes (las de bulbo, tubérculo o raíz), seguidas por las de hoja, flor, fruto y semilla, combinándolas en las parcelas con las menos exigentes en nitrógeno, como son por ejemplo las leguminosas, las cuales no precisan apenas aportaciones de este macroelemento porque sus raíces lo fijan directamente a través de la atmósfera.

Como resulta difícil para un aficionado conocer todas las exigencias del cultivo de sus plantas hortícolas y asociarlas con unos parámetros óptimos de rotación, indicamos en las siguiente lista. Para que pueda servir como ejemplo, unas guía con la alternancia racional en la plantación de diversas hortalizas según una serie de parcelas y con respecto a un plan cuatrienal programado.


Cuadro de rotación de los cultivos:

                          Año 1º            Año 2º            Año 3º            Año4º         
Parcela 1            Rábanos         Cebollas          Guisantes        Lechugas     
                          Lechugas         Habichuelas     Judías             Pepinos       
Parcela 2            Coliflor            Endibias          Habichuelas    Guisantes    
                           Espinacas       Lechugas         Calabacines    Berzas         
Parcela 3             Puerros          Tomates           Habas            Judías          
                           Apio               Nabos             Berenjenas     Berzas         
Parcela 4             Achicorias      Zanahorias       Lentejas         Cebollas      
                           Perejil             Rábanos          Nabos            Apios          
Parcelas 5           Berzas             Brécoles          Tomates         Calabacines
                           Guisantes         Alcachofas      Coles              Remolacha 
Parcela 6             Patatas            Zanahorias       Cebollas         Endibias     
                           Cardos            Hinojo             Apios              Rábanos    

Mantenimiento.

La asociación de cultivos.


Consiste en aprovechar los parámetros fisiológicos similares de desarrollo de dos o más hortalizas, cultivándolas al mismo tiempo y en la misma parcela, siempre y cuando se observe lo siguiente: deben tener idénticas exigencias de cultivo en cuanto a temperatura, riego, etc.; sus sistemas radiculares no deben entrar en competencia, es decir, una debe tener un desarrollo con raíces profundas y la otra las debe tener de tipo superficial; y así se optimizará el abonado de ambas. Y también se pueden asociar plantas de ciclo diferente, de tal modo que la fase inicial de una coincida con final de la otra; de esta forma, llegado el momento de desocupar el lugar que ocupa una, lo podría ocupar después la otra, aprovechando así la plantación de una antes de recolectar la otra y obteniendo una mayor precocidad en su desarrollo; por ejemplo, podríamos cultivar así cebollas y lechugas.





LOS HUERTOS ECOLÓGICOS

Podemos cultivar nuestro huerto para obtener productos hortícolas en perfecto equilibrio con nuestro entorno, con un gasto de recursos naturales ajustado y sostenible.

El Cuidado del Huerto Ecológico.

En nuestro huerto también podemos optar por la búsqueda de los beneficios del cultivo ecológico: frenar la degradación y el agotamiento del suelo; preservar la fertilidad del mismo con abonos orgánicos naturales; recuperar el auténtico sabor de los frutos; aplicar de manera controlada los mínimos remedios posibles contra plagas y enfermedades... En definitiva, obtener productos hortícolas en equilibrio con nuestro entorno y con un gasto de recursos naturales ajustado y sostenible. Si tenemos en cuenta en toda nuestra actividad en el huerto los cuatro factores básicos: el clima del lugar, la luz, el agua y el suelo, y nos adaptamos a lo que éstos no indiquen, estaremos cerca de desarrollar un huerto ecológico. Las dimensiones de un huerto ecológico no deben ser mayores que las de un huerto doméstico convencional. Básicamente, tendremos que conseguir una buena rotación de cultivos en nuestra parcela de huerto y establecer las asociaciones favorables para aprovechar mejor los recursos de la tierra y evitar su agotamiento rápido.

Por ello, el cuidado de nuestro huerto ecológico requiere un poco más de atención y seguimiento, además de un mejor conocimiento de las exigencias y características de cada cultivo: sus ciclos, sus ritmos de desarrollo, etc., así como las técnicas indirectas de control de plagas, o sea, el uso de acolchados, el cultivo asociado con la aplicación de plantas aromáticas, etc.

El Suelo del Huerto Ecológico.

El suelo donde nuestro huerto se asienta es algo más que un mero soporte físico. Es un sistema en equilibrio dinámico entre el propio suelo, las plantas y otros organismos que en él se desarrollan.

Una buena salud del suelo de nuestro huerto será sinónimo de buena salud de nuestras hortalizas y nuestros frutales. Esta buena salud se obtiene mediante el mantenimiento del equilibrio necesario, en el que desempeña un papel muy importante la materia orgánica vegetal y su ciclo vital de descomposición. Un suelo con un porcentaje alto de materia orgánica bien descompuesta es ideal para el desarrollo de un huerto ecológico.

La utilización, cada vez más popular, de compostadores que aprovechan cualquier resto doméstico o vegetal procedente del huerto y del jardín es un síntoma más de la preocupación creciente en la sociedad por los temas ambientales.

Así, la producción casera de compost fresco, ya sea en compostadores o mediante otros procedimientos naturales de compostaje,  consigue devolver a la tierra lo que antes salió de ella, pero de forma equilibrada y armónica.

El Abonado del Huerto Ecológico.

El huerto ecológico cuenta con el principio básico de restituir al suelo los nutrientes que extraemos con las continuas cosechas. Esta restitución siempre se efectuará sin usar abonos químicos de síntasis, solo mediante el uso de abonos orgánicos y otros correctores inorgánicos naturales.

La forma más usual de abonado consiste en la utilización de productos orgánicos como el compost casero o el compost comercial, aunque existe la posibilidad de usar plantas de nuestro huerto como abono en verde. Algunas especies forrajeras se aprovechan en parte para el consumo, y el resto se tritura adecuadamente y se aporta al suelo.

El Riego del Huerto Ecológico.

En las técnicas de cultivo ecológico conviene no perder de vista nunca los citados factores básicos, especialmente el agua.



Antes que nada, organizaremos nuestro huerto por zonas con necesidades de agua similares. Luego seleccionaremos las hortalizas a cultivar ajustadas a nuestra disponibilidad real de agua.



Estudiaremos el aprovechamiento del agua de lluvia mediante su recogida y almacenaje, y usaremos sistemas de riego localizado eficaces, como el goteo o la microaspersión, así como sistemas de control automatizado para optimizar el gasto de agua.



También aplicaremos técnicas de ahorro indirecto de agua, como el uso de capas de acolchado o mulching (paja, compost gureos, corteza de pino...) sobre el suelo para mantener la humedad durante más tiempo y evitar la temperatura excesiva.



La protección contra los enemigos del huerto



Muchos de los problemas de nuestros cultivos se deben más a desequilibrios en su gestión - tipo de suelo, exposición o riego inadecuados -, que a los solos ataques de plagas y enfermedades. Bueno es recordar aquello de que  " a perro flaco todo son pulgas". Nuestros cultivos de hortalizas se defenderán mejor frente a los ataques de insectos u hongos si su estado de equilibrio es el correcto.



La horticultura ecológica potencia las asociaciones de plantas con propiedades repelentes contra plagas o enfermedades, y el establecimiento de las rotaciones de cultivos adecuadas para evitar el traslado de problemas de plagas un año tras otro.



Por ejemplo, en lugar de cultivar a la vez 3 parcelas contiguas de guisantes, patatas y maíz, se deben sembrar los guisantes en una hilera, flanqueándolos alternativamente a cada lado con plantas de patata y de maíz. De este modo, los guisantes proporcionarán abrigo y nitrógeno y las patatas mantendrán el suelo húmedo.



Para Evitar la aparición de malas hierbas son muy útiles los acolchados, naturales o láminas de tejido plástico, que permiten la transpiración del suelo.



Citamos a continuación diversas plantas cuyo uso actúa como antiplagas en determinadas plantaciones:


  •  El ajo previene numerosas afecciones fúngicas como el oídio y la botritis.
  • La cebolla actúa contra el ataque de conejos.
  • Las hojas viejas de col repollo o coliflor atraen activamente a los caracoles, con lo que éstos son desviados de otros cultivos a proteger.
  • El poleo repele a algunos insectos como las hormigas y el pulgón.
  • El clavel de moro, la lavanda y la albahaca repelen a la mayor parte de insectos.
Información bibliográfica obtenida de : Guía práctica para el cuidado de Huerto y Frutales de COMPO





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